El poeta panameño Javier Alvarado ha ganado el Primer Lugar en los X Juegos Florales Centroamericanos, Belice y Panamá 2010 en la rama de Poesia, premio dedicado al poeta Salomón de la Selva, con su poemario Ojos parlantes para estaciones de ceguera. Este certamen literario lo organiza la Asociación de Amigos del Teatro Municipal “José de la Cruz Mena” en León, Nicaragua, y el premio consiste en la Flor de Lis de Oro, pergamino de honor y la publicación de la obra.
DE
OJOS PARLANTES PARA ESTACIONES DE CEGUERA
MAGDALENA CAMARGO
Es a ti, a quien os hablo
A quien trato de salvar plantando un denario en la frente
Una paloma floral para que espante a los cuervos
Que se han de pasear por nuestras tumbas, o habrá
Pericos en vez de cuervos, quizás nunca lo sepamos.
Es a ti a quien os hablo y a quien coloco un árbol mortal
Para que desafíe nuestras piedras líricas, que forje las raíces
De nuestros pueblos, algo tan selvático como Panamá
Y tan congelante como los inviernos de Polonia
Como colocar entre tus labios un nido de frescura,
Una alocución del ave, territorial y fugaz
Como los ángeles que portan la dureza del jardín,
Ese pacto del ombligo donde nos levantamos
Con la aureola del mediodía, para atisbar
Esas cadencias de tu mundo acuarelado,
En esa casi perfección de lo que desconocemos
Ante la flor de loto que aún sigue ardiendo
Como un mendigo que se traga sus monedas
En la aurora del estanque.
Pero aún no te levantes, vuelve a ser cigarra
Con todos tus años cumplidos, vuelve a pintarme
Una jaula y debajo un corazón que se fatiga
De hemorragia, enfrentando ese riesgo del follaje
O del fuego que se rebela ante la vacuidad de la semilla.
Por temor a lo que el verano nos ha de exigir
Te hemos puesto en una fogata, para tragar el río
En su hábito de espuma, cuando no quede nada
Y el silabario se oculte ante otros espejos, ante otras charlas,
Y todos nosotros nos pulvericemos en la comunión de tus ojos.
No me creas hacedor de hechicería o un mago que ha reunido
A sus poemas para el cónclave, es solamente un tributo
Cuando una mano entre las piernas hablara con toda su llama
Y con todo su lenguaje,
Con el fulgor que sólo pueda dar el éxtasis
De la constelación con sus mensajeros de furia, un racimo de jóvenes
Que vayan recitando entre los pinares el poema de A la Blancura
Y otra vez volver a nado hacia esas orillas remotas del Báltico
Los hayares con sus promesas y los pescadores que se alejan
Para contemplar la nieve de otro atardecer.
Yo pienso que estuve donde nunca he estado.
Trato de forjar una casa y limpiar el campo de arbustos espinosos
Y volver a tus manos que escapan de la primavera y de su vértigo
Donde el otoño se asoma en tus senos con dos canastas repletas de frutas
Y de palabras vivas como torcaces,
Si hay un necrángelo y un címbalo de perfección que se agudizan en tus orejas
Hasta llegar a la flagelación del tímpano.
Te hemos hecho una estatua de hermosura en el tamaño de nuestras palabras
Y de nuestras anheladas imágenes, un columpio que se evoca,
Un domicilio de perdiz, una chispa de tu poesía
Para encender las cosas bellas que pernoctan en la atmósfera.
Y es que estás detrás de todo aquello
Como un espejo de mariposa o una telaraña de reclamo,
Algo que alcanzamos a definir como una temible música.
Despertar es el oficio de amarrar las barcas y esperar
El tributo de la frambuesa, el niño en el pórtico
Y lo que haga redimir los arroyuelos en los valles.
Hemos amado en ti la palabra certera, menuda y taladrante
Como el aguijón altanero de la rosa; eres la muchacha que se ha puesto de pie
Para sentir el orgasmo de las colinas. Es como respirar el universo
A través de ti sin que se nos encolerice la adrenalina de las hierbas
El salmo cantado, el anuncio del arribo, la profecía.
Es por eso que ti os hablo,
Irás habitando entre nosotros, no como la carne.
Sino como de una estrella
A otra estrella;
Cercanos al momento
En donde habrás de abrir los cofres
Para sacar nuestros ojos y ponerlos a mirar otra vez el mundo
Desde las sencillas cosas, cuando termines de leer este poema
Y afuera, empiece a caer la lluvia.